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Aguja Argarot Sur (3.030 metros)

Aguja Argarot (3.036 metros)

Aguja Franqueville (3.065 metros)


Quería acercarme a alguna de las agujas de la cresta de Llosás y, después de leer un poco sobre la misma, decidí intentar subir a las agujas Argarot y Franqueville, dejando la Aguja Tchihatcheff ya que para la misma es preciso escalar. Salgo el día anterior en dirección a Benasque y pernocto en la Escuela de Montaña de esta población. Al día siguiente me levanto temprano y cojo el coche en dirección a la pista forestal que sube, en unos 9 quilómetros, hasta el Puente de Coronas, al lado del refugio de Vallibierna, a unos 1.950 metros, donde aparco el mismo. Inicio la subida desde el mismo Puente de Coronas por un camino, situado al lado de una caseta de información, que se interna en el bosque llaneando durante un rato. Caminando siempre por la margen izquierda del barranco de Coronas, al cabo de un rato el camino inicia una suave subida entre los árboles del bosque y, después de unas cuantas lazadas y una vez comienza a desaparecer el arbolado, me acerca hasta el Ibonet de Coronas, a 2.230 metros. Aquí se encuentra una pequeña y precaria caseta de piedra a modo de improvisado refugio. Al cabo de un rato prosigo hacia la derecha atravesando el barranco en busca de la otra ladera. Ya en la misma, el camino serpentea de nuevo ganando rápidamente altura, al principio entre vegetación y bastantes pedregales. Más adelante, la vegetación tiende a perderse y prácticamente camino entre canchales, con bastante desnivel, teniendo a mi izquierda las pequeñas cascadas que forman el curso de agua que baja del Ibón Inferior de Coronas. Ya, en poco rato, llego hasta las inmediaciones de dicho ibón, a unos 2.620 metros, a los pies de la canal que sube hasta la brecha Inferior de Llosás, situada a 2.830 metros. Al cabo de un rato inicio el ascenso de la vertical canal.

Algunos hitos marcan el camino. Voy subiendo tranquilamente y, sobre los 2.730 metros de altura, giro hacia la izquierda entrando en un pasaje diagonal que asciende directamente hasta la cima de la Aguja Argarot Sur, antecima de la Aguja Argarot. Esta diagonal, aunque sin tener ni un solo hito, está perfectamente clara. Voy subiendo, con mucha inclinación y por terreno algo descompuesto, siempre bajo la cresta que asciende desde el collado. A medida que me acerco a la parte superior el terreno se inclina y se descompone más. Poco a poco, con paciencia, voy ascendiendo, y llego, en una hora más o menos, a la Aguja Argarot Sur (3.030 mts.). Ni que decir tiene que las vistas son espectaculares. Enfrente, toda la continuación de la cresta de Llosás, con las agujas Tchihatcheff y Franqueville en primer término. Hacia mi derecha, la cuenca de los ibones de Llosás, la Espalda de Aneto, el Tempestades, el Margalida y las moles de la zona del Rusell. Hacia mi izquierda el moribundo glaciar de Coronas, el collado de Coronas y la cresta formada por los picos de Coronas, del Medio y Maldito, entre otros. Y más a la izquierda la cresta de Cregüeña, con las agujas Haurillon, Cregüeña y Juncadella y, al final, el Aragüells. Hay montañeros que han hecho mediciones bastante exactas y consideran que esta aguja, más bien una antecima de la Aguja Argarot, podría admitirse como un tresmil. Yo, a ojo, y una vez observado en directo, creo también lo mismo. En fin, lo dejaré para quien corresponda. Desde la Aguja Argarot Sur sigo en dirección a la cima principal. Desciendo entre grandes rocas hasta el pequeño collado que une ambas cimas, sin demasiada dificultad, y vuelvo a subir por el otro lado hasta llegar a la Aguja Argarot (3.036 mts.). Unas 3 horas hasta aquí.

 

 

Después, comienzo el descenso hacia la brecha que separa las agujas Argarot y Tchihatcheff, que en un principio se me antoja algo complicado y muy vertical. Realmente no es que sea muy fácil, pero con tiento y mucho cuidado, ya que el terreno está un poco descompuesto, voy bajando los más o menos veinticinco metros que me separan de la misma. Una vez aquí compruebo que es posible descender desde esta brecha hacia el lado de Coronas y, evidentemente, creo que también se puede subir. Ahora, desciendo un poco más a fin de rodear la Aguja Tchihatcheff, que debido a su dificultad dejo para una posible nueva ocasión. Sigo bajando, siempre por terreno descompuesto, unos cincuenta o sesenta metros más, hasta que encuentro la posibilidad de pasar a la canal del otro lado, que sube directamente hasta la contigua brecha entre la agujas Tchihatcheff y Franqueville. Remonto esta canal, subiendo por una inclinada pedrera que me deposita al fin en la brecha, para acceder a la cual me desvío unos 3 ó 4 metros antes hacia la derecha para soslayar un pequeño muro que veo enfrente. Una vez en la brecha sé que tengo que descender unos metros por la vertiente de Coronas. Desciendo, pues, directamente, por la canal del otro lado, también muy descompuesta, una docena de metros, pasando más tarde a una canal contigua que es la que realmente llega hasta abajo. Me sitúo en la base de un corredor inclinado al que pienso que tengo que ascender superando un muro de unos 2 ó 3 metros. Intento la subida al mismo por distintos lugares, pero me encuentro que tiene muy pocos agarres de pies y manos. Además, para complicarlo más, de algunos lugares de la roca brotan pequeñas surgencias de agua que, debido a la altura y a estar en una parte muy sombría, han llegado a formar pequeñas láminas de hielo. Visto el panorama desisto de ir por ahí e intento subir por algo más arriba. Tampoco lo veo factible, ya que además de muy descompuesto, el terreno es muy vertical.

 

Cima de la Aguja Franqueville

 

Cuando ya me voy dando un poco por vencido, recuerdo haber leído que tienen que haber algunos hitos y yo no he visto aún ninguno. Vuelvo, pues, a subir hasta la brecha y observo atentamente. A mí derecha creo intuir lo que puede ser un hito. Paso horizontalmente bajo un muro vertical, con cuidado, intentando alcanzar aquel hito. Llego al mismo y, al otro lado, encuentro terreno algo más fácil. Ahora sí que tengo necesariamente que descender y me encuentro en poco rato sobre el corredor inclinado que había observado anteriormente. A partir de aquí voy subiendo, siguiendo algunos escuetos hitos, hasta encontrar una parte más vertical. Veo un claro hito unos metros por encima de mí y entro en un espacio entre dos rocas justo bajo el hito creyendo que es el sitio de acceso. Craso error. A la que intento subir, una de las piedras a las que me agarro se suelta y me da un gran susto. No es por aquí. Miro hacia el otro lado, más hacia la derecha, y encuentro una canal más practicable que pasa justo al lado del hito que había visto antes. Ahora sí que creo que he encontrado el buen camino. No es muy complicado, pero tengo que vigilar mucho donde me apoyo ya que el terreno está muy descompuesto y parece que en cualquier momento todo se pueda desmoronar. Poco a poco, con cuidado, voy subiendo por la canal hasta llegar hasta la cresta final que lleva a la cima. Ya en la cresta, sorteo algunos bloques y llego en pocos minutos hasta la cima de la Aguja Franqueville (3.065 mts.). Más de 45 minutos desde la Aguja Argarot.

 

Aguja Tchihatcheff y Franqueville desde la Aguja Argarot

 

Pronto pienso en el descenso, que tampoco creo que me haya de ser muy fácil. De todas maneras ahora tengo la ventaja de tener claro el recorrido. De nuevo con precaución, comienzo el descenso siguiendo los pasos anteriores y procurando evitar los errores. En poco rato me sitúo al lado del hito inicial y realizo el pequeño flanqueo horizontal que me deja de nuevo en la brecha, justo bajo el vertical murallón que se desprende de la Aguja Tchihatcheff, desde donde se realiza el rappel de descenso de la misma. Me paro a pensar si desde aquí me decido a descender por Llosás, que lo veo muy claro, o desciendo por Coronas. Como que recuerdo alguna reseña que da como factible el descenso por esta canal oeste, es decir por Coronas, y además lo que observo no parece que tenga que darme ninguna gran complicación, teniendo en cuenta que el recorrido ha de ser algo más corto, opto finalmente por descender hacia el Ibón Medio de Coronas que tengo bajo mis pies. Desciendo la vertical canal, bastante descompuesta como casi todo por esta zona, hasta llegar al fin al inicio de la pedregosa ladera que me ha de bajar hasta el lago. Piedra tras piedra voy bajando hasta encontrar algún pequeño hito que me marque una dirección. Voy faldeando las paredes que bajan desde la cresta de Llosás y, sin llegar al Ibón Medio de Coronas, bajo hacia las cercanías del corredor que sube hacia la brecha Inferior de Llosás. Desde aquí, ahora sí, claros hitos me conducen hasta el Ibón Inferior de Coronas. Ahora, en poco rato, llego al marcado y claro camino por el que se sube al Aneto. Yo voy en sentido contrario. Voy, después, descendiendo hacia el Ibonet de Coronas. Posteriormente, reinicio el descenso por el bosque por el agradable camino que me lleva hasta el Puente de Coronas donde tengo el coche. Tiempo de descenso, unas 3,30 horas. Finalmente, comienzo el regreso por la pista hasta la carretera de Benasque, regresando después a casa.

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