5.-

Audobert (3.045 metros)

Cap dera Baquo Occidental (3.097 metros)

Cap dera Baquo Oriental (3.103 metros)

Seil Dera Baquo (3.110 metros)

Pico Pequeño del Portillón (3.000 metros)

 

De nuevo por el valle de Estós, uno de los más bonitos del Pirineo, a mi parecer. Esta vez quiero recorrer el cresterío del Seil dera Baquo. Tras dejar el coche en el aparcamiento del valle, a 1.290 metros de altura, comienzo la subida hacia el refugio, situado a 1.895 metros. Al día siguiente me levanto temprano. Inicio la subida por el conocido camino que sube hasta los ibones de Gías. Había subido por el mismo sitio hace unas tres semanas y la cantidad de agua que baja por el torrente de Gías ha menguado ostensiblemente. Después de cruzar el mismo en dos ocasiones, sin mayores dificultades, alcanzo una cubeta donde se sumergen las aguas que bajan de las cimas. A partir de aquí el valle se ensancha. Mi propósito era subir directamente por el lado izquierdo del barranco hasta el Puerto de Oô, pero hay bastante nieve. Me decido por seguir el sendero que me lleva hasta los ibones de Gías. Una vez en la cubeta de los ibones Inferiores de Gías, a 2.420 metros de alto, y viendo que los neveros que cubren las laderas son menos importantes de lo que al principio pensaba, tuerzo hacia la derecha alejándome del Ibón Superior de Gías y acercándome de nuevo al torrente. A pesar de que voy encontrando bastantes neveros, puedo sortearlos prácticamente todos, y si tengo que cruzar alguno es muy pequeño y no me ofrece ninguna dificultad. Voy subiendo por el pedrerío en dirección al Puerto de Oô. La pendiente es importante pero carente de dificultades.

Ya cerca del puerto un pequeño corredor sin nieve permite acceder al mismo sin ningún problema. Alcanzo, pues, el Puerto de Oô, sobre los 2.905 metros. Observo a mi izquierda la magnífica silueta del Jean Arlaud, frente a mí, los picos Gourdon y Spijeoles y, algo más lejanos, los 3 Bellocs. A mi derecha, la afilada cresta que me ha de conducir a los picos del Seil dera Baquo. Después, comienzo el cresterío. Voy progresando a ratos por la cresta y en otros momentos por su flanco sur. No hay itinerario marcado. De vez en cuando algún hito perdido me indica que voy por el buen camino. En algunos momentos la pendiente hacia el valle de Gías es bastante importante. Además, en bastantes tramos la piedra no es todo lo sólida que desearía. Al final, después de algunas pequeñas dificultades, llego a la cima del Audobert (3.045 mts.), el cual queda algo confundido con la cresta.

 

 

Ahora, desciendo un poco por el otro lado salvando una pequeña brecha por su flanco meridional. La atravieso dirigiéndome hacia la izquierda donde algún hito me indica que voy bien. Después de esta brecha inicio la subida por el otro costado, en el que aparece ya el glaciar del Portillón y, más adelante, el lago del Portillón. Al rato, salgo de nuevo al cresterío, observando ya frente a mí la imponente mole del Cap dera Baquo Occidental. A partir de aquí subo todo el rato a plena cresta, algo aguda y descompuesta, pero sin grandes dificultades. En poco menos de 20 minutos alcanzo la cima del Cap dera Baquo Occidental (3.097 mts.), con su gran mojón de piedras. Prosigo, y la cresta se agudiza algo más. Desciendo un poco en dirección a la nueva cima. Siguiendo el cresterío, no exento de dificultades en algunos tramos, alcanzo al cabo de un rato más el Cap dera Baquo Oriental (3.103 mts.). Ahora la cresta vira hacia la izquierda. A ambos lados es muy abrupta. Por la parte norte de la misma el glaciar prácticamente llega hasta su filo. Prosigo por la misma descendiendo hasta una pequeña horcada, a unos 3.060 metros, en la cual aparecen trozos de roca más sólida. La atravieso como un funanbulista, ya que es bastante estrecha, y llego al otro lado donde se ensancha y de nuevo se descompone. Ahora subo directamente por una inestable ladera en dirección al Seil dera Baquo (3.110 mts.), al que llego sin mayores complicaciones. En su cumbre, otra vez un gran mojón de piedras. Unas 3,30 horas desde el refugio.

 

Cresterío del Seil dera Baquo

 

Ahora, la cresta sigue ahora en dirección al Pico Pequeño del Portillón. Como que he leído que su ascensión viniendo del lado del Pico del Portillón de Oô es bastante complicada, con algunos tramos de escalada, y, en cambio, por el costado que yo vengo es bastante fácil, aunque no me apetece demasiado descender casi 150 metros para hacer el pico, como que ya lo tenía pensado, voy en su busca. Desciendo pues, de nuevo, siguiendo el filo de la cresta, ahora algo más sencilla. Al cabo de un rato un pequeño cortado parece querer complicarme las cosas. Pero una vez me acerco al mismo, un hito me señala la manera de sobrepasarlo sin ninguna clase de problema. A ambos lados, la rimaya sobre los glaciares está totalmente abierta. En unos veinte minutos alcanzo la pequeña brecha que da acceso al pico. Ahora, subo de nuevo y, en unos minutos, alcanzo la cima del Pico Pequeño del Portillón (3.000 mts.). Es éste un pico muy pequeño y sencillo. Después del mismo una buena brecha y, al otro lado, enhiesto y recortado, el Pico del Portillón de Oô. Más lejos, imponente, toda la cresta del Perdiguero. Bajo mis pies el lago del Portillón, con su presa y el refugio Jean Arlaud. Sobre el mismo, los picos Gran Quayrat y Lezat, la vertical pared de los Crabioules y el resto de cumbres que conforman el macizo del Perdiguero. Todo un panorama. Media hora más de recorrido.

 

Cima del Seil dera Baquo Occidental

 

Después, retomo la cresta, pero ahora en sentido contrario. Deshago la subida hasta el Seil dera Baquo. Prosigo por la cresta hasta los Cap dera Baquo Oriental y Occidental y comienzo el descenso en dirección al Puerto de Oô, teniendo todo el rato frente a mí las moles del Jean Arlaud y el Gourgs Blancs. No puedo admirarlos demasiado, pues la cresta exige bastante atención. Ahora, de bajada, en algún lugar equivoco el camino y tengo que deshacer algún que otro tramo. Pero, lentamente, con paciencia y precaución, me voy acercando al Puerto de Oô. Aquí acaban las dificultades. Ahora se trata sencillamente de descender toda la ladera por la que baja el barranco de Gías en dirección al refugio de Estós. Esta vez intento seguir el torrente en todo momento. En algunos tramos tengo que cruzar algunos neveros pero, ahora, la nieve está estupenda y no ofrece ninguna dificultad. Llego al sumidero situado a unos 2.400 metros de altura. Ahora, las rocas comienzan a mezclarse con verdes praderíos y varias surgencias de agua. Atravieso el torrente de Gías una y otra vez hasta vislumbrar ya a mi derecha el refugio. Después, comienzo el descenso hasta los Barracones de Estós, donde está el aparcamiento, al que llego tras casi 3 horas de regreso. Deshago todo el camino por el valle hasta llegar al mismo y, posteriormente, prosigo el viaje en dirección a casa.