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Canigó (2.784 metros)
Salgo en dirección a la frontera con Francia para subir al Canigó. Ya en territorio francés, me dirijo a Perpignan. Un poco antes de Perpignan me desvío por la carretera que va hacia Andorra. Sigo esta carretera durante bastantes quilómetros hasta llegar a las cercanías de Villefranche de Conflent. Un poco antes, tomo la carretera secundaria que va hacia Vernet-les-Bains, Casteil y, finalmente, el Col de Jou. A partir de este punto la carretera se convierte en una excelente pista que, en unos 6 quilómetros, me lleva hasta el refugio de Marialles, a 1.710 metros de alto, donde algo por encima del mismo hay un pequeño aparcamiento. Dejo el coche y comienzo la ascensión.
Tomo un excelente camino que desciende, en suave pendiente, hasta el barranco de la Llipodera. Llego al mismo y lo atravieso por un puente de madera. A partir de aquí, voy hacia la izquierda, comenzando a subir, ya con un cierto desnivel, por entre un bosque de pinos y abedules, en dirección al Col Vert. A partir de este punto, a 1.860 metros de alto, el camino empieza a llanear. Entro después en zona de valle, teniendo en todo momento a mis pies el torrente que desciende encajonado. Durante mucho rato me voy acercando cada vez más al lecho del torrente, el cual al fin cruzo, por un punto un poco complicado. Cruzado el mismo, me desvío de nuevo hacia la izquierda y comienzo a subir en dirección al refugio Aragó. El camino, después, gira de nuevo hacia la derecha. El arbolado va desapareciendo poco a poco. Posteriormente, otra vez el camino llanea un poco. Al rato, alcanzo el refugio Aragó, a 2.120 metros, delante del cual hay una fuente y un agradable rellano donde descanso un poco.
Subiendo por la chimenea final del Canigó
Después, reinicio la ascensión, adentrándome en el Pla Cadí. Al poco rato ya comienzo a ver la cima del Canigó. El camino, que atraviesa ahora una ladera de prados y pastos, sube bastante suavemente hasta llegar a la base del cresterío. Cualquier traza vegetal ha desaparecido y todo frente a mí son rocas y canchales. Ahora, diviso perfectamente la parte final de mi ascensión. Desde aquí sigo por un zigzagueante sendero, ganando rápidamente altura, en dirección a la Portella de Vallmanya. Alcanzo la misma y sigo de nuevo, con fuerte desnivel, en dirección a una marcada brecha del cresterío superior, el collado de la Portella de Vallmanya, situado a unos 2.590 metros de altura. Desde este collado, efectúo un corto progreso horizontal en dirección a la famosa chimenea del Canigó, que no es más que una canal, algo vertical y descompuesta, que permite acceder a la cima del pico. Ahora comienza la parte más complicada de la ascensión. Inicio la subida de la canal, al principio bastante fácil y, después, con un poco más de complicación. Hacia el final de la misma el desnivel aumenta bastante y en algún tramo hay que usar a menudo las manos. Finalmente, la pendiente comienza a suavizarse y me voy acercando al punto culminante de la montaña. En unos pocos minutos alcanzo, después, la cumbre del Canigó, o Canigou (2.784 mts.), con fabulosas vistas. En la misma me acompañan la espectacular y fotogénica cruz de hierro del Canigó y una tabla de orientación, además de muchos montañeros. Unas 3 horas de ascensión hasta a misma.
El tramo más descompuesto de la chimenea
Al rato, comienzo el regreso. Deshago de nuevo, y con mucho cuidado, la conocida chimenea y llego otra vez a la Portella de Vallmanya. Después, comienzo el brusco descenso por el marcado camino que me lleva hasta la base del cresterío. Sigo por el Pla Cadí hasta llegar otra vez al refugio Aragó. Más tarde, continuo mi camino en dirección al valle inferior. Atravieso el barranco y, una vez en su parte izquierda, sigo el descenso hasta el Col Vert y, más tarde, vuelvo de nuevo a atravesar el barranco de la Llipodera. En poco rato más, estoy de vuelta en el coche, después de unas 2,45 horas de descenso. Tras bajar de nuevo por la pista hasta el Col de Jou, me dirijo hacia la frontera con España, ya de regreso a casa.
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