A partir de este ibón, y teniendo ya a la vista el Pico Bardamina y toda su cresta, voy remontando una vasta ladera de canchales y rocas sueltas, siguiendo una serie de hitos no muy frecuentes. A pesar de la escasez de hitos, si el día es bueno, no hay pérdida, ya que el punto de destino está permanentemente frente a mí. Al acabar esta ladera alcanzo un pequeño ibón, a unos 2.900 metros. Este ibón está perfectamente situado debajo de la cresta de Bardamina, más bien hacia el lado del pico del mismo nombre. A partir de aquí se puede iniciar la cresta por cualquiera de los dos lados. Lo más lógico, creo yo, es subir primero al Pico Bardamina. El ascenso al mismo lo realizo por un contrafuerte que aparece a su derecha. Es la vía más fácil, ya que en apenas 30 minutos y casi sin utilizar las manos, salgo al cresterío cerca del pico. Llego así al Pico Bardamina (3.079 mts). Cuando comienzo a descender en dirección al Pico de la Paúl, comienzan las complicaciones. En lugar de seguir el cresterío bajo un poco hacia la izquierda, para evitar un cortado bastante vertical. Al reanudar el ascenso, debo de tener mucho cuidado, ya que aparecen varias brechas que obstaculizan mucho la progresión. A pesar de haber algún paso fácil, la mayoría de la cresta tiene bastante dificultad. Hay que ir despacio y con precaución. Aunque la distancia que separa el Pico Bardamina del Pico de la Paúl no es muy grande, la lentitud del desplazamiento hace que pasen casi 30 minutos hasta la cima del Pico de la Paúl (3.078 mts.).

Cima del Bardamina

La cresta se mantiene complicada hasta el Pico Inferior de la Paúl. Pero se puede evitar. Algunos hitos por la derecha del cresterío me indican un itinerario más fácil. No es un camino de rosas pero permite llegar con más tranquilidad y más rápido al Inferior de la Paúl (3.073 mts.), en un cuarto de hora aproximadamente. En total hasta aquí, unas 3,30 horas.

El recortado cresterío de Bardamina