3.-
Pico del Portillón de Oô (3.050 metros)
Salgo con la intención de dormir dentro del coche en el aparcamiento del valle de Estós. Tengo la idea de subir al Pico del Portillon de Oô, en la zona del valle de Estós, pero pienso que no tengo necesidad de subir al refugio teniendo en cuenta que desde allí tendría que volver atrás. Aunque el desnivel es importante, como que el primer tramo hasta la cabaña de Turmo es bastante fácil, creo poder hacerlo. Llego a Benasque y, después, voy hacia el aparcamiento situado al inicio del valle, a unos 1.290 metros de altura. Paso la noche en el interior del coche, viendo, en algún momento en que me despierto, como la luna avanza en el firmamento. Muy temprano comienzo a caminar. Empiezo a subir por el valle de Estós en dirección a la cabaña de Turmo. Subo con bastante rapidez hasta el llano donde está ubicada dicha cabaña, en algo más de una hora y cuarto. Ahora tengo frente a mí el puente que cruza el río Estós, más adelante, arbolado, y al final, a lo lejos, el puerto del Portillón de Oô y el pico adyacente de su mismo nombre. El espectáculo es fascinante. Cruzo el puente y giro hacia la izquierda, sin camino alguno, andando en medio de prados con altas hierbas. Voy en dirección al torrente de Molseret que baja del valle del mismo nombre para intentar subir por alguna de sus márgenes, que es por donde creo que va el camino. Un poco antes de llegar a dicho torrente entro en la parte boscosa y allí comienzo a encontrar algunos hitos que, aunque desperdigados, me van señalando el camino que, por la derecha del torrente pero siempre dentro del bosque, comienza a aumentar de pendiente.
El camino no es muy evidente, las señales algo alejadas una de otra, pero poco a poco y cada vez con más desnivel voy subiendo, escuchando todo el rato el ruido de las aguas del torrente que se precipitan vertiente abajo. Una vez he subido un buen trecho ya comienzo a ver la parte superior del mismo, que brota en medio de un montón de grandes piedras. Atravieso por encima la surgencia de aguas, encontrando a mi derecha las verticales paredes de la Cresta Gargallosa, y me encamino hacia la izquierda hacia una nueva zona de verdes pastos. Dejo a mi derecha un pequeño y pedregoso circo con algunas finas cascadas que se desprenden de sus paredes y empiezo a subir por una ladera herbosa, al principio con escasa pendiente, pero que va aumentando a medida que voy llegando más arriba. En todo momento tengo la imponente pared sur del Perdiguero frente a mí, un poco a la izquierda el corte de la cresta que conforma el Portillón de Oô y, más a la izquierda, la recortada silueta del pico al que me dirijo. Con la vista puesta en el tajo del cresterío, sin hitos de ninguna clase, voy subiendo una inclinada pendiente herbosa con algunos tramos de piedras. Un poco más adelante el terreno se suaviza un poco, el desnivel decrece y, progresivamente, voy entrando ya en una zona donde desaparece la hierba y da paso a una pendiente de rocas entre las cuales aún aparece algún nevero que se resiste a desaparecer.
Llegando al collado del Portillón de Oô
Al pié del puerto cruzo algún nevero poco inclinado y fácil y, enseguida, me dispongo a subir la descompuesta y vertical rampa que me ha de llevar hasta su parte superior. Por una pendiente de grava suelta, siguiendo pequeñas lazadas y sin apenas dificultad, alcanzo en pocos minutos el Portillón de Oô, a unos 2.915 metros de altura. Las vistas hacia el otro lado son maravillosas. A mi derecha, la imponente y complicada arista que sube hacia el Hito Occidental de Perdiguero y, bajo la misma, el vertical glaciar que desciende por el Vallon de Literole hasta el lago del Portillón. Bajo mis pies, el lago del Portillón y, hacia mi izquierda, la enhiesta cresta que accede a la cumbre del Pico del Portillon de Oô. Más atrás, otras cumbres del macizo del Perdiguero y, en la lejanía, los picos Gran Quayrat y Lezat. Después, desciendo unos metros hacia el otro lado y me sitúo frente a una vertical canal en la cual un hito en su parte baja me indica que voy por el camino correcto. Al principio el terreno es descompuesto, pero fácil. Un poco más adelante una vertical chimenea de unos 8 ó 10 metros parece querer cortarme el paso. Después de observarla un poco veo que tiene buenos puntos de apoyo tanto de pies como de manos, por lo que me decido a subir por ella.
Con mucho cuidado, y apoyándome fuertemente en todos los agarres que puedo, voy trepando por la misma hasta que alcanzo su parte superior en la cual la pendiente se suaviza. A partir de aquí el terreno es más fácil, aunque sigue bastante vertical. Voy siguiendo por el centro de la canal, resiguiendo pequeños hitos, hasta que en un punto determinado éstos me conducen hacia la arista. Una vez en la arista, progreso por la misma en dirección a la cima. En poco rato, y sin muchas complicaciones, llego frente al colosal bloque cimero del Pico del Portillón de Oô (3.050 mts.), que parece desafiar la gravedad. Antes de llegar al gran bloque cimero debo atravesar por encima de otro enorme bloque de piedra, después del cual queda otro bloque que mira en la dirección del lago del Portillón, sobre el cual destaca un montón de piedras y una vertical estaca de madera apoyada en las mismas. Entre éste y el bloque superior queda un pequeño recinto prácticamente llano donde sería factible pasar la noche, evidentemente en buenas condiciones térmicas. Frente a mí veo una pequeña lápida metálica en recuerdo de algún montañero fallecido, y a lo lejos, la atormentada arista que se dirige hacia el Pico Pequeño del Portillón después de cruzar una complicada brecha y, más adelante, hacia el cresterío del Seil dera Baquo. Tiempo total de ascenso, unas 3,30 horas.
La rocosa cima del Pico del Portillón de Oô
Después, llega el momento del descenso. Comienzo a deshacer el camino por la aérea cresta y cuando llego a la parte superior de la canal, recordando que he leído que también se puede optar por seguir toda la cresta hasta el puerto, observo si veo algún hito cresta abajo. Así es. Un claro hito me muestra que puedo seguir por la cresta sin meterme en la delicada canal. Llego al mismo y sigo bajando, con escasas complicaciones, prácticamente hasta el Portillón de Oô. Llego a la conclusión de que ha de ser incluso más sencilla la subida por la arista que por la canal. Bueno, de esta manera he conocido las dos posibilidades. Una vez en el puerto comienzo a descender el mismo por un descompuesto sendero situado justo al lado contrario del que he subido. Bajo bastante rápido hasta llegar a la zona de los grandes canchales, donde la progresión se hace más lenta. Siempre que puedo cruzo algún nevero por el que bajo más rápido, ya que la nieve está en muy buen estado. Después de bastante rato de descenso llego a la parte donde la roca comienza a dejar paso a la hierba. Siguiendo los verdes pastizales, atravesando algún trozo de roquedo, me planto al cabo de un cierto tiempo en la parte superior de la surgencia de aguas que había atravesado por la mañana. Estoy ahora al lado del torrente y debo descender hacia la cabaña de Turmo. Como que el camino entre el bosque por el que he subido por la mañana no me ha parecido muy cómodo y, viendo algún pequeño hito que se dirige hacia la izquierda abandonando el torrente, intento seguirlo para ver si bajo hasta el valle más fácilmente. De fácil nada. Primero, altas hierbas me complican el descenso. Después, entro en la parte boscosa y tengo que ir siguiendo como puedo entre los árboles haciendo continuas lazadas para sortear los pequeños contratiempos que voy encontrando. Pausadamente, sin camino de ningún tipo, voy descendiendo dificultosamente hasta vislumbrar el lecho del río Estós. Llego cerca del puente que lo cruza y enseguida lo atravieso y recupero el fácil camino del valle, justo al lado de la cabaña de Turmo. Ahora, ya por fácil camino, comienzo el descenso hacia el aparcamiento del valle. Después de haber dejado atrás la cabaña de Santa Ana, y tras unas 2,45 horas de descenso, llego donde tengo el coche. Ha sido algo duro, casi 1.900 metros de desnivel. Después, emprendo el regreso a casa.
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